TODO UN TIGRE

Publicado por: Magenta Sport On 14:13
MARIO VILLACORTA
Editor General de la revista Perú Golf & Sports / Profesor de "Relaciones Públicas Deportivas" (I CICLO)

Diego es un chico como cualquiera. Va al colegio, juega con sus amiguitos, le encanta la televisión y tiene dos padres que lo adoran. Pero tiene un hobbie poco usual, uno que no comparte con sus compañeros de escuela y que lo ha convertido en una pequeña figura del deporte nacional. A Diego le gusta el golf y, a sus cinco años, sabe más del deporte de los palos que otros niños de su edad. Su pasión por esta disciplina lo ha llevado a obtener varios títulos e, incluso, a ser becado por el Lima Golf Club. Su historia es fascinante y, quien sabe, podamos ser testigo del nacimiento de un gran golfista. Quizá tan grande como Tiger Woods, ídolo de nuestro pequeño entrevistado.

Como todo niño, a Diego le gusta jugar. Estaba sorprendido con la grabadora y nos pidió permiso para usarla. Se dedicó a grabarse y luego a escucharse. Es la maravilla de la niñez: esa capacidad que tienen para asombrarse de cualquier cosa, por más mínima que sea.

Pero cuando entra a un green, es Diego el que nos asombra. Con su palo de golf y su estilo de profesional, tomándose su tiempo para decidir cómo le va a pegar a la pelota (algo que no es común entre los niños), el pequeño Bráñez ha dejado sorprendido a más de uno. Su estilo lo ha llevado a ganar ya cinco torneos de menores a lo largo de este 2007, incluyendo el Nacional de Menores. Todo un mérito para el pequeño “Tiger”.

Quizás lo más sorprendente de su historia sea la manera en que Dieguito conoció este deporte y la forma muy particular en que aprendió a jugar. Y es que todo comenzó con el gusto de su padre, Agustín, por el deporte de los palos. “Yo soy fanático de Alianza Lima y me gustaba mucho ver jugar a Henry Quinteros. Pero un día, mientras veía televisión, apareció una persona que se parecía mucho a él. Me detuve en ese canal y resultó que era jugador de golf”, recuerda Agustín.

En ese momento no lo sabía, pero el señor Bráñez se había quedado viendo a uno de los mejores golfistas del mundo: el estadounidense Tiger Woods. Su afición por él y por el deporte se hizo tan grande que un día, mientras buscaba unas buenas raquetas de tenis, encontró una bolsa de palos de golf de segunda mano. Y el buen Agustín no pudo con su genio y terminó adquiriéndola.

Para practicar el deporte, utilizaba el Parque Zonal Huayna Cápac, y ahí efectuaba sus lanzamientos. Era tal su afición que le pidió a Bruno Valdez, un caddie del Lima Golf Club, que le dé clases de esta disciplina. Aunque sólo pudo costear una, le sirvió para concentrarse más en la postura que debía guardar y no tanto en la pelota. Además, comenzó a grabar especiales de jugadores, torneos y todo lo referido al golf, para luego verlo y analizar cómo desarrollan su juego. Incluso llegó a ir a la cancha de La Granja Azul para seguir a los caddies y así seguir aprendiendo cómo jugar.

Eran momentos en que su esposa María estaba en estado, y hacia fines del año 2001 llegó Diego. Nació en una familia en el que el golf era una pasión, y desde niño fue aprendiendo a querer este deporte. Le gustaba estar con su padre, viendo por televisión campeonatos que tenían grabados y, sorprendentemente, iba aprendiendo poco a poco los secretos de este deporte. Hacia los dos años, cuando empezó a caminar, Agustín le fabricó un pequeño palo de golf de madera. Y Diego empezó a perseguir la pelotita, pegándole con una sola mano. Meses después, para sorpresa de todos, ya utilizaba ambas manos para jugar.

Cuando su hijo ya tenía dos años y medio, Agustín se volvió a encontrar con Bruno Váldez, quien lo invitó a jugar a la cancha de San Bartolo. Ahí decidió llevar un día a su pequeño Diego para que juegue, y su precoz estilo causó sensación. Aunque recibió importantes consejos sobre su estilo de juego y la alimentación que debía tener, algunos problemas motivaron que sus padres decidieran alejarlo del golf por un tiempo. Pero como Diego era un niño que amaba el deporte, decidieron inscribirlo en la Academia de Fútbol de Alianza Lima.

Todo pasa por algo
Si usted no cree en el destino, esta historia lo podría hacer cambiar de opinión. Mientras Diego aprendía a jugar fútbol, a pocos metros iban niños a conocer los secretos del golf. Su padre, Agustín, seguía siendo un gran fanático del green y un día decide acercarse a conversar con los profesores sobre su hijo. Lo atendió el profesor Víctor Yupanqui, de la Academia de Golf del Jockey Club, quien al ver las condiciones innatas del menor, decidió apoyarlo y becarlo para que siga clases ahí.

Sin saberlo, la fama del pequeño iba creciendo. El profesor Yupanqui buscaba que Diego participe en los torneos de golf de comienzos de 2007, pero se encontró con la exigencia de la Federación de que todo participante debía pertenecer a un club. Comenzó entonces el trabajo de encontrar una institución que decida “adoptar” a Diego, pero no hubo respuesta positiva.

Sin embargo, el destino quería que el pequeño Bráñez participe en estos torneos. Meses antes Álvaro Dammert, capitán del club de San Bartolo, lo había visto y se mostró interesado en ayudarlo Y Agustín, al ver que los intentos del profesor Yupanqui eran infructuosos, decidió aceptar la propuesta de Dammert y así Diego defendió a este club en los primeros torneos de este año 2007.

Los resultados fueron más que sorprendentes. Dieguito ganó los tres primeros torneos que disputó. Y para hacer más meritorio sus victorias, hay que recalcar que era la primera vez que el niño realizaba el circuito de campo –hasta el momento sólo había practicado cómo golpear la pelota-. Su capacidad para adaptarse en el momento al juego fue sorprendente y por ello sus padres y entrenadores estaban asombrados con su éxito.

Cuando terminó el quinto torneo que Diego jugó, se le acercó a su padre Javier Claux, capitán de cancha del Lima Golf Club, y así comenzó el acercamiento de los Bráñez con la institución de San Isidro, que decidió becar al pequeño para que pueda hacer uso de las instalaciones y entrenar con los otros niños para ir mejorando su técnica. Por su fuera poco, el señor Jorge Bertilotti, representante de DirecTV, le ha ofrecido un año gratuito de conexión al sistema de cable, para que Diego pueda ver las principales competencias de golf en el mundo por esa señal.

Claro que el éxito de Diego no hubiera sido posible sin la ayuda de algunos amigos, como Andrés Ortega y su familia, quienes le facilitaron los palitos a Diego para que pueda afrontar los torneos. O el valioso apoyo de la señora Rosario de Yoshiyama, o de los socios del Lima Golf Club Agustín Barrientos y Emilio Mayhuasca, que hicieron posible que le regalen los palos de golf que el club había pedido desde Estados Unidos y que no se utilizaban. No pueden dejar de lado a la señora Karen Martínez, que le regaló un juego de palos de golf, al igual que lo hizo Hugo Nari, presidente de la Federación Peruana de esta disciplina. Por si fuera poco, el señor Rafael Álvarez Calderón le regaló un par de zapatos, y la señora Briggitte Escardó tuvo a bien pagarle la inscripción, guía y caddie para uno de los últimos torneos. Todos ellos, con su valioso aporte, están permitiendo que Diego pueda seguir con su sueño de jugar en el green.

Él sabe que es un excelente jugador de golf. Sabe que tiene condiciones y que puede llegar lejos. Antes de jugar la final del Torneo Nacional de Menores, le preguntamos quién podría ganar el campeonato. “Yo”, dijo sin dudar. Se tiene confianza, y por ello su éxito. Sus pequeños compañeros lo llaman ‘Tiger’ y no es en vano: su forma de colocarse es muy similar a la del estadounidense. Quizás no sea prudente exigirle que llegue tan lejos como Woods, pero tiene condiciones. Y hasta ahora, el viento ha soplado a su favor. Nosotros creemos que Diego será capaz de escribir su propia historia de éxito. Y estamos orgullosos de haber sido uno de los primeros en dar a conocer sus comienzos, pues podremos decir que vimos nacer al gran golfista Diego Bráñez. Soñar no cuesta nada, pero se disfruta mucho cuando pensamos que es posible realizarlo.

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