Cuando los malos se vuelven buenos

Publicado por: Magenta Sport On 15:15

De cómo Luis Fernando Suárez potenció a Guizasola, Ascoy y Espejo.

Parece que no pero los técnicos juegan. Se han convertido igual de protagonistas que los futbolistas. Y la tendencia es que cada día influyan más. Un buen técnico desarrolla el rendimiento de jugadores clase media. Un mal DT equivoca los papeles de los mejores del equipo. Por ejemplo, Maradona hace ver a Messi, el mejor del mundo, como un futbolista cualquiera.

Luis Fernando Suárez es un buen técnico. Un profesional de jerarquía, con experiencia mundialista que, en poco tiempo, logró formar grupo a partir de profesionalismo y manejo. Más allá de los sistemas de juego, que pueden resultar antagónicos, pero respetables, un entrenador capaz saca de sus futbolistas todo lo que pueden dar: su máximo potencial. Solo con altísimas actuaciones individuales nuestros clubes pueden competir con los grandes.

Al mando del Aurich, Suárez ha tenido mensaje para manejar el vestuario, estrategia para planificar partidos y equilibrio emocional para tomar decisiones costosas. Sin embargo, su gran virtud está en haber mejorado el rendimiento de futbolistas de segundo orden, echados de clubes con historia y de los que no se esperaba demasiado. A los discretos los hace ver regulares. Los regulares, parecen buenos. El secreto está en explotar las cualidades y corregir los defectos.

Hace algunos años, Marcelo Bielsa coincidió con Pep Guardiola, cuando aún no dirigía a Barcelona, y dejó una frase: “Pep, los buenos jugadores los vemos tú, yo y la mayoría. Pasa lo mismo con los jugadores malos. El mérito está en saber qué jugador normal puede ser bueno”. Suárez lo supo advertir. Pedro Ascoy es el mejor ejemplo. A los 30 años llegó al pico de rendimiento. Ante Alianza hizo el partido —y el gol— de su vida. Guizasola, Araujo, Rivas, Espejo y el propio Manco alcanzaron competitividad. Todos ellos, con pasado en clubes grandes, no habían podido sobresalir. El futbolista peruano de hoy necesita un DT de nivel, con trayectoria y credibilidad. A Suárez le fue terrible después del Mundial en Pereira y Nacional de Colombia, pero tiene recursos. A mayor categoría del técnico, nuestros jugadores optimizan sus virtudes y disimulan sus errores. El plantel del Aurich le cree, lo convenció que con exigencia, rigor y disciplina puede alcanzar objetivos.

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