El silencio de los culpables

Publicado por: Magenta Sport On 9:52

Tenía curiosidad por saber si el potencial candidato presidencial Bayly se pronunciaría sobre el atropello a la libertad de expresión cometido por Canal 2 en detrimento de su colega Ortiz. Ni una palabra. Silencio absoluto. Privar a un periodista de su trabajo por una opinión discordante con la de sus jefes es normal. El grito solo sube al cielo cuando es el medio de comunicación el que sufre alguna limitación por parte del Estado. Este hecho pone en evidencia que lo que llamamos pomposamente 'libertad de expresión’ no es, sino una modalidad más de la libertad de empresa. Que la libertad de expresión no exista dentro de las empresas de comunicación es algo que no le da ni frío ni calor a los supuestos adalides de lo que ellos, equivocadamente, llaman de esa manera. Los Ivcher tienen libertad de expresión, y los Ortiz no. Por sabido nadie lo menciona, y por no mencionarlo ahondamos la traición a un principio que ha pasado a ser una marioneta más de los poderes económicos. Se lo invoca cuando perjudica al poder económico, y se lo obvia cuando el poder económico es quien ejercita la represión sobre sus súbditos. No utilizo la palabra 'empleados’, pues las limitaciones que estos tienen no los colocan en esa posición. Están al servicio de…, y en función de subordinados a tal principio deben pensar y actuar en consonancia con el medio que los contrata. En caso contrario tienen la libertad de irse sin que los fusilen o los quemen, y ya con eso deben dar por respetado su derecho a un pensamiento autónomo. Pueden pensar lo que quieran: lo que no pueden es decirlo.

Imaginé que este raro ácrata de derechas que juega al francotirador los domingos por la noche sería capaz de un acto de grandeza, y diría algo que reafirme no solo su compromiso con la libertad de expresión, sino también solidaridad con un colega que fue echado del Canal 2 por razones a las que él no es totalmente ajeno. O una palabra que explique, al menos, qué sigue haciendo él ahí. Nada de nada, como era de esperar. Solo una crónica graciosita sobre el prófugo Crousillat, sus juegos de palabras con la encantadora Magaly Solier, y no sé qué más, pues ahí me ganó el hastío.

Ortiz, como todos los que dicen lo que piensan, sigue sin solidaridades a la vista, y pronto aparecerá en otro canal hasta que vuelva a herir la susceptibilidad de sus propietarios. Hasta que lastime a los dueños de la libertad de expresión. Es lo normal. Lo que no es normal es que, salvo excepciones, nadie considere como un atentado contra la libertad de pensamiento eliminar de la noche a la mañana a un periodista que no coincide con los principios –es una forma de decir– de los propietarios del medio. No me aterra que echen a Ortiz: me aterra el silencio de la sociedad. Me aterra la prepotencia que pueden ejercer los señores feudales que manejan los medios sobre sus vasallos. Me aterra el consentimiento tácito a esta conducta que desnaturaliza la creencia que hacen a valores más profundos. Me aterra que la realidad haya sido sustituida por un montaje escénico y que la platea sonría y aplauda.

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