Perú hoy como Argentina ayer

Publicado por: Magenta Sport On 8:53

Me resulta difícil describir cuánto sufrí cuando el gobierno argentino que encabezaba Carlos Menem permitió la venta de armas a Ecuador durante la guerra de la Cordillera del Cóndor. Trabajaba en aquel tiempo en la radio e hice numerosas notas sobre el tema y sobre mi dolor –que no podía ni podré olvidar nunca– dada la solidaridad peruana durante el conflicto de las Islas Malvinas. La presencia en Perú de Cristina Fernández de Kirchner, la primera de un presidente argentino en 16 años, ha venido a llenar los vacíos dejados por quienes cometieron esa afrenta, y puede significar un relanzamiento de las relaciones entre ambos países. Lo festejan los peruanos que viven allá y lo festejamos los argentinos que vivimos aquí.

No puedo dejar de mencionar, sin embargo, algo que los buenos entendedores podrán calibrar en su justa medida. El gobierno argentino que cometió esa traición –al mejor estilo de su tradición histórica y pese a la amistad de dos pueblos hermanos– era un gobierno ultraneoliberal que, además de ese acto desvergonzado y bárbaro, malvendió las empresas de su país al mejor postor. Un gobierno que sembró los vientos que el futuro transformó en tempestades y que terminaron con la crisis más dramática de la historia argentina. La crisis construyó una frase que expresaba, como pocas veces, un sentimiento nacional: “Que se vayan todos”.

Luego fue superada durante el gobierno de Néstor Kirchner y de su sucesora, Cristina Fernández, quienes implementaron políticas que, sin ser revolucionarias, alteraban los lineamientos del llamado Consenso de Washington –una serie de recetas obligatorias para la dependencia– y liberaban a Argentina de la tutela perversa y asfixiante del FMI. Ni Menem ni el radical De la Rúa tuvieron jamás la hidalguía de excusarse ante el Perú por la afrenta cometida. Solo un gobierno de raigambre popular puede tener la sensibilidad necesaria para asumir esos retos. Y los tiene porque esa sensibilidad, además de privilegiar la justicia y la inclusión social, apunta a la integración de los países del área lejos de la tutela de los EE.UU. o de cualquier otro patrón que nos diga cómo debemos manejar nuestros asuntos.

Me parece oportuno decir ahora que el Perú vive una euforia parecida a la que Argentina vivía en la época de Menem. Todo, en apariencia, iba bien en aquellos eufóricos tiempos argentinos. La revista Time hablaba del “milagro argentino” y calificaba a Menem casi como un superhombre. Todos conocen el desenlace de esa historia. Todos, y especialmente los que tienen parientes radicados en Argentina, saben lo que significó, en materia de estabilidad y empleo, el fracaso monumental de las políticas ultraliberales. Todos –y salvo algunos pocos beneficiarios directos– aún recuerdan los horrores vividos. Los beneficiarios añoran el carnaval menemista, cuando no las atrocidades de la dictadura militar que creó las condiciones para que se rematara al país.

Hoy, el elogiado es Perú, y quienes lo elogian, puedo asegurarlo, no son sus amigos.

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