Un abrazo de Libertad

Publicado por: Magenta Sport On 8:58
Por Miguel Villegas

Como en la Libertadores de los setenta, el gol de la “U” tenía que ser de “Cachito” Ramírez.

Fue como un beso de tu novia: en el momento preciso. Cuando el partido se acababa y había que reprochar a un equipo que siempre tuvo la pelota pero nunca supo muy bien qué hacer con ella, apareció el talento perdido de un hombre que había vuelto a la “U” en verano pero eso no quería decir que esté. Porque Luis Ramírez, el ex Libertad, sencillamente, no estaba. Se había (mal) acostumbrado a salir en la lista de 18 y jugar al camotito en el entretiempo, acaso a calentar con un poco de entusiasmo, acaso contagiarse del cantito de la tribuna, pero algo le faltaba.

Gritar que está vivo y que la “U” también.

¿Por qué le costó tanto a la “U” si en serio fue absoluto dominador del encuentro? Lo de anoche fue una prueba más: la “U” puede pasarse 90 lujosos minutos (y más) con la pelota, y dormirla y rotarla, pero le cuesta lo mismo tener opciones claras de gol. El problema ya no es de los delanteros, no seamos abusivos. Aquí la exclusiva responsabilidad es de Juan Reynoso y ese sistema que no está diseñado para celebrar ni emborracharse. Que el hincha de Universitario se haga la idea, por si todavía cree que su equipo está en debe porque no tira huachitas ni hace sombreros.

Claro, eso es una cosa y otra carecer de hombres cuyo trabajo sea generar fútbol, es decir, jugadas bien elaboradas que terminen en gol. O en posibilidad de gol. Rainer no va a ser siempre el hombre que jugó en Santa Cruz, el mexicano Espinoza es un pulmón, no necesariamente un cerebro. Y es peor si “Cachito” Ramírez sigue perdido en sus temores.

EL GOL
Giancarlo Carmona tira un centro aunque la verdad es un pelotazo. Un extraño patadón con efecto que mezcla toperoles y empeine, y también desesperación y torpeza. Es el minuto 55, falta mucho, pero igual es un poco el primer (o el último) síntoma de que a la “U” le cuesta, le duele, no le sale. Porque después de todo ese tiempo algo quedaba claro de este partido: un centro preciso, un disparo con inteligencia, podía acabar con el 0-0. Y porque tres minutos después, Ayala, un enano que había pasado desapercibido con roche hizo todo lo contrario a Carmona: cogió la pelota, midió, amagó, pensó y juntó todas las fuerzas que le quedaban en esos 170 centímetros. Y gol. Error terrible de Raúl Fernández. Y parecía que se acababa.

Pero no. Libertad fue presa del trajín y retrocedió unos metros después del 1-0. Ese fue su error. Porque la “U” aburrirá con este juego antipático pero no se cansa nunca. Corre, corre, corre. Esa es su mayor fortaleza, su renovado compromiso anoche en el Defensores.

La lección debería ser que si a eso le agrega una dosis, un poquito nomás, de fantasía, puede empatar partidos así. Faltando poquitos. Con gol de un hombre que no estaba en los planes pero que debe darse cuenta de que lo necesitan. Como en los setenta, cuando la “U” ganaba con los goles de “Cachito”.

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