Un futuro de sorpresas

Publicado por: Magenta Sport On 15:58

Mientras pienso, entre asombrado y perplejo, que una persona en Australia, por primera vez en la historia, ha sido reconocida como de sexo neutro, me vuelvo a refirmar en la idea de que el futuro es impredecible. No solo por los cambios tecnológicos, sino también por las nuevas posturas que la sociedad comienza a adoptar ante hechos que antes hubieran permanecido en la más profunda oscuridad o hubieran sido motivo de escándalo, cuando no de una hoguerita encendida por los desquiciados de la Inquisición o por cualquier lunático que desprecie la razón en función de sus creencias mágicas. Norrie May-Welby, quien nació como hombre en Escocia hace 48 años, y que en 1990 decidió someterse a una operación de cambio de sexo para convertirse en mujer, declaró: “La identidad de hombre y mujer no se ajustan conmigo. La solución más sencilla es no tener ningún tipo de identidad sexual”. Que su declaración haya sido aceptada por el Estado australiano y que en su certificado de nacimiento, donde dice sexo, aparezca la palabra 'neutro’, puede incitar a pensar que los cambios que hemos colaborado a producir en el mundo podrían tener respuestas que jamás hubiésemos imaginado. Y de eso se trata esta nota: de afirmar, como ya lo hemos escrito antes, que de ahora en más el futuro se llama 'incertidumbre’.

Veamos sino: las previsiones hechas hacia 1975 con respecto al nuevo milenio son poco estimulantes en cuanto a exaltar nuestras capacidades futurológicas se refiere. Han aparecido gran cantidad de nuevas tecnologías que nadie anunció y muchas de las previsiones dadas como seguras nunca se cumplieron.

Según un estudioso del tema, “las previsiones de los burócratas se suelen emplear para aliviar la ansiedad, más que para una adecuada actuación política”. Yo agregaría que suelen ser hechas para justificar el presente en razón de lo que ellos pretenden que sea el futuro. Feliz o infelizmente quien determina los rumbos a tomar es, por un lado, la naturaleza, que poco caso nos está haciendo, y por otro lado, la irrupción de nuevas tecnologías. Karl Popper dice que para predecir los hechos históricos es necesario predecir la innovación tecnológica, y esta es fundamentalmente impredecible. Por tanto, las muchas predicciones que ya fallaron no son sino el adelanto de las muchas predicciones que fallarán en el futuro.

En el campo energético, por ejemplo, los funcionarios de EE.UU. predijeron, en 1970, que en los próximos años el precio del crudo extranjero iba a bajar y que de ninguna manera experimentaría un alza sustancial. Los resultados, como sabemos, son otros. La necesidad de respuestas de nuestra naturaleza se resiste angustiosamente a no poder anticipar el futuro pero, por lo visto, no hay más remedio que aceptarlo.

Quizá de esa aceptación, que será lenta y dolorosa, nacerá un ser humano más consciente de sus limitaciones y, por tanto, más dispuesto a apostar a la solidaridad con los otros miembros de su especie. Solo –tal vez– es un deseo, no una predicción.

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